martes, 8 de septiembre de 2015

Quevedo murió un 8 de septiembre

La familia de Quevedo provenía del norte, de la zona de Cantabria. Pero él nació en Madrid y fue bautizado en la histórica parroquia de San Ginés. No era una familia aristocrática, pero se puede decir que su padre era Hidalgo. Su vinculación con Madrid fue muy intensa puesto que su madre trabajaba al servicio de la corte, era dama de la reina y su padre también tenía un importante cargo en la administración.
Hombre muy culto, estudió en los jesuítas del Colegio Imperial de la calle de Toledo y Teología en Alcalá de Henares (estudios que no terminó por desinterés). Vivió siempre en Madrid, aunque viajó mucho, no sólo durante los cinco años que su familia acompañó a la Corte de Felipe III a Valladolid sino en sus muchas andanzas diplomáticas e indirectamente y sin quererlo, en sus calabozos y destierros.

Quevedo vivió permanentemente buscando el mecenazgo de algún noble, algo común en la época, era muy extraño que algún literato viviera de su literatura, tan extraño que el único que en algún momento de su vida pudo decir que vivió de las Letras fue Lope de Vega, así pues Quevedo trabajó a lo largo de su vida para varios nobles, muchas veces en misiones diplomáticas para las que los literatos estaban especialmente indicados debido a su gran cultura y a sus contactos, pero era un trabajo que entrañaba peligros pues la misión diplomática la mayoría de las veces consistía en una conspiración diplomática y además el noble mecenas podía tener suerte en su cercanía al poder o podía verse defenestrado, caer en desgracia o incluso verse en la cárcel o ante el verdugo, con lo que nuestro literato podía verse también en problemas... Quevedo estuvo varias veces encarcelado debido a lo peligroso de sus amistades a lo que hay que añadir que era un personaje polémico, que no se callaba, conservador en lo político, religioso y social, misántropo (era algo socialmente habitual y aceptado), racista y especialmente antisemita, antijudío, (aquí se podría repetir el paréntesis anterior) y a la vez gran bebedor y parrandero.



Este retrato, aunque aparezca dos veces en este artículo, sirve para aclarar la procedencia de este cuadro. Se suele atribuir a Velázquez, pero este concretamente (hay varias copias semejantes), está en el Instituto Valencia de Don Juan en Madrid. El original está perdido y estas copias se consideran copias realizadas en el taller de Diego Velázquez.
En la fotografía inferior, enfrentado a este de Quevedo, el retrato de Góngora sí se considera original de Diego Velázquez y está en el Museo Bellas Artes de Boston.


Vivió en el apogeo del "mal llamado" Siglo de Oro (en la primera mitad del siglo XVII porque Siglo de Oro tuvimos a lo largo del siglo XVI y XVII, el Siglo de Oro fueron realmente casi dos siglos), en un Madrid que, como diría Arturo Pérez Reverte, parió la mayor cantidad de genios hijos de puta por metro cuadrado de todo el mundo... y casi todos vivían en las ocho calles que conformaban el hoy conocido como barrio de Las Letras.

Vivió además la situación política del final del apogeo, la del inicio del deterioro del Imperio, el reinado de Felipe III y gran parte del de Felipe IV y por lo tanto la época del ascenso y la caida de los grandes valimientos (Lerma, el intento de Uceda, Olivares), el asesinado del conde de Villamediana, el ajusticiamiento de Calderón (no el dramaturgo, sino la mano derecha de Lerma), el declive del Imperio, el desastre de Rocroix...




Carta de Quevedo al rey Felipe IV, interceptada por el Conde Duque de Olivares. De la película "Alatriste" dirigida por Agustín Díaz Yañez y con guión de Arturo Pérez Reverte.


Una de sus mayores polémicas literarias la libró con Góngora de quien se burlaba por todo, desde su forma de escribir (Góngora era la expresión máxima de la literatura Barroca, sus escritos "culteranos" decía escribirlos para unos pocos privilegiados que tuvieran su mismo nivel cultural y su misma capacidad deductiva, gramática y semántica rebuscada al máximo, difícil de comprender para el normal de los mortales. Su estilo fue recuperado y valorado a finales del siglo XIX y sobre todo por la Generación del 27) hasta por su aspecto físico (de Góngora se burlaba Quevedo por el aspecto "judío" de su nariz) aunque es justo decir que Góngora, aún siendo religioso, era alegre, disfrutaba de la vida, una persona totalmente opuesta a Quevedo, quien miraba permanentemente al pasado y de quien la psicología moderna explicaría su personalidad diciendo que era un tipo profundamente resentido. Quevedo, el que se burlaba de los "defectos" de los demás, tenía serios problemas físicos con sus pies, era patizambo, cojeaba notablemente y necesitaba unas lentes sin las cuales seguramente no vería ni la pared que tenía enfrente.
Góngora tuvo menos suerte que Quevedo y publicó casi menos que nada. Sin dinero, enfermo y viejo tuvo que volver a su Córdoba natal después de sufrir una última gran humillación, Quevedo se dio el lujo de comprar la casa en la que Góngora vivía alquilado sólo por darse el gusto de echar al poeta de la casa y verlo de patitas en la calle.
Nuestra Ruta literaria te comenta esta anécdota en el lugar donde estuvo su casa y todo lo relacionado con Quevedo, Góngora, lope y Cervantes en el barrio en el que vivieron.



Quevedo contra Góngora en una taberna. De la película "Alatriste" dirigida por Agustín Díaz Yañez y con guión de Arturo Pérez Reverte.



Conseguir publicar los escritos era un asunto complicado. En la época era difícil publicar, casi todo lo que circulaba eran copias manuscritas; tampoco es que publicar te diera dinero puesto que no existían los derechos de autor y el literato cedía los beneficios al impresor a cambio de una pequeña cantidad de dinero que no iba a hacerle ni mucho menos rico, pero publicar era al menos un reconocimiento social y artístico y también fama y oportunidad de encontrar mejor mecenas. Quevedo publicó varias obras; por las que más quería él ser reconocido era por las novelas, la más famosa "La historia del Buscón, llamado don Pablos" aunque sin embargo llegó a ser más reconocido en vida por su poesía satírica, que él consideraba "menor" y en la que no dejaba títere con cabeza ni en el mundo literario ni en el social ni en el político, lo que como decíamos le ocasionó muchos problemas y enemistades. Él no dio valor a esta poesía satírica, ni siquiera pretendió publicarla en vida, si la conocemos es gracias a algún archivo y a copias que circulaban o a que sus allegados decidieron publicar muchas de ellas tras su muerte.

Murió como hoy, un 8 de septiembre de 1645. Debería haber muerto en un pequeño feudo que compró muchos años antes con el dinero familiar con lo que, además de ser desde 1617 Caballero de la Orden de Santiago, quiso aumentar su hidalguía a señorío y en el que escribió durante largas temporadas, algunas de ellas cumpliendo condena de destierro, muchas de sus obras, Torres de Juan Abad en Ciudad Real, pero resultó que, estando allí muy enfermo después de haber sobrevivido a duras penas al infame calabozo de San Marcos de León, tuvo que trasladarse a la cercana Villanueva de los Infantes donde murió. Sus restos están identificados en un enterramiento en el convento dominico de esta localidad.



En Madrid podemos ver esta estatua en la Glorieta de Quevedo en el barrio de Chamberí, obra del escultor Querol

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