martes, 9 de mayo de 2017

La integridad de las obras de arte


Este cuadro es la "Vista de la cuenca del Argentuil con un barco de vela", lo pintó Monet en 1874 y es uno de los varios ejemplos que se pueden poner sobre obras de arte agredidas, esta ocurrió recientemente, en 2012, cuando un hombre aporreó literalmente el lienzo, que necesitó más de un año hasta ser de nuevo expuesto en la Galería Nacional de Irlanda.


La lista de obras famosas agredidas va, desde la "Venus del espejo" de Diego Velázquez hasta la "Piedad" de Miguel Ángel o la "Gioconda" de Leonardo da Vinci y los motivos son de lo más peregrinos, siempre salidos de lo más oscuro de la mente enferma del atacante hasta a veces motivos de reivindicación política o social que, si bien son lícitos, no lo son los métodos, nunca justificables.



Traemos esta obra por ser una de las más recientes en ser dañada y porque, aunque por suerte en los museos de #Madrid no hemos tenido percances significativos, a menudo cuando enseñamos el Thyssen-Bornemisza, el Reina Sofía o sobre todo el Museo del Prado, los visitantes nos sorprenden con una pregunta que finalmente resulta ser más habitual de lo que en principio cabría esperar; a menudo nos preguntan si "todas estas obras son originales".

La pregunta formulada es más o menos semejante, aunque la curiosidad que la origina hay que decir que no es del todo semejante, tiene dos matices ese origen, el de quien se pregunta sobre la seguridad y la integridad de las obras y el matiz de quien piensa solamente en el contra-valor económico de estas; aunque podemos pensar que en el fondo del asunto, ambas sean una sola.

Por un lado están aquellas personas, sin una formación o cultura "suficiente" en Museos que piensan que en algún lugar del museo, quizá una cámara acorazada en los sótanos, se guardan los valiosos originales y que para mostrar al público -y tan "a la mano del público"- se encargaron unas copias tan buenas como para justificar el pago de una entrada... Se nos escapa el valor ni el interés que podríamos tener en visitar un museo de copias, aunque no sabemos lo que nos queda por ver ni sorprender en el futuro... Es un poco surrealista el planteamiento pero incluso de hacerse realidad... ¡sería carísimo!

Al visitante le sorprende la cercanía, la posibilidad en el fondo, de que un loco o un irresponsable pueda dañar el cuadro que no tiene más medidas de protección que un disuasorio cordón y unos vigilantes, "limitados" en la cuestión de poder salvar la obra de arte de un irresponsable visitante cuando tiene la convencida y firme intención de querer agredirla. De todas formas, la imagen de la cámara acorazada que contiene los originales sólo a la vista de un adinerado propietario, mientras que en la sala de juntas de su empresa muestra una "buena copia", es más de película de James Bond que del mundo real, pero hay que recordar que hay zonas del mundo que no poseen recursos culturales de los que se guardan en museos como a los que por suerte estamos acostumbrados y estos les son por lo tanto más ajenos.

Para completar la entrada, solamente recordar que, al menos en el caso de las pinturas, y en la mayoría de los casos, una capa de barniz protege la integridad de los colores del polvo y otros agentes; además los museos conservan unas temperaturas y un grado de humedad más o menos estable y por supuesto las pinturas no se ven sometidas al humo de chimeneas, cocinas o tabaco como ocurriría en viviendas particulares. Algunos más de ellos, pocos en el caso del Museo del Prado, están protegidos con una placa transparente, seguramente porque proceden de una colección o han viajado a un museo en unas condiciones que así lo aconsejaban, que en otras colecciones o museos es más habitual.
®MadCulTour

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