domingo, 5 de abril de 2020

Curiosidades del Museo del Prado

Curiosidades del Museo del Prado.
Este retrato es de Federico de Madrazo y la retratada es la marquesa de Valderas. La curiosidad está en la copa que está sobre la mesa, se trata de una de las piezas más importantes de la colección El tesoro del Delfín que está en el Museo del Prado y además de ser una importante y valiosa obra de arte, fue elegida por el pintor para formar parte de la decoración del rico salón que ambienta el retrato.

Federico de Madrazo (1815-1894), hijo, padre y abuelo de pintores, es uno de los grandes retratistas de la alta burquesía, nobleza y realeza del siglo XIX; la calidad y el realismo de las telas, joyas y de los objetos que evocan el mobiliario y el ambiente del salón de la alta sociedad y la nobleza, es incuestionable. Además su larga vida y su extena obra y su legado técnico y artístico, y en gran medida familiar, dominaron el mundo de la pintura incluso durante años después de su muerte.

Hijo, padre y abuelo de pintores fue además, entre otros muchos cargos, durante muchos años director del Museo del Prado.





El Marquesado de Valderas es un título nobiliario dado por la reina Isabel II en la segunda mitad del siglo XIX y la retratada es Isabel Álvarez Montes, II marquesa de Valderas (1848-1915). Su retrato, por Madrazo, está en el Museo del Prado y habitualmente se exhibe en la sala 62b.


La Copa con sirena de oro o Salero de ónice con sirena de oro, como se conoce a la pieza, es una de las más importantes de la colección llamada El tesoro del Delfín, que forma parte de la herencia que el rey Felipe V recibió de su padre y que desde 1839 (casi desde su inauguración, el museo se abrió en 1819), custodia y exhibe el Museo del Prado. No es seguro su autor pero sí parece que esté hecha en la segunda mitad del siglo XVI y está fabricada con oro, ágatas, rubíes y diamantes. Se exhibe, junto al resto de piezas del Delfín, en la 2ª planta norte del Museo del Prado.
Otra curiosidad relacionada con esta pieza en particular es que uno de los pocos robos en el museo tuvo relación con El tesoro del Delfín a principios del siglo XX.

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